Fundado em 28 de Setembro de 1998

24 de julho de 2020

"O outono do patriarca" de GGM no CLIc-Rio



O livro preferido de Gabriel García Márques


"o patriarca ao fim de tantos anos de ilusões estéreis havia começado a vislumbrar que não se vive, que porra, sobrevive-se, aprende-se muito tarde que até as vidas mais longas e úteis não chegam para nada mais que para aprender a viver (...)".





O livro "O outono do Patriarca" conta a história fictícia de um ditador solitário, velho e sem nome, que governa um país nas Caraíbas na América Latina, com todos os traços de um “ditador” para governar seu país. Há toda uma descrição do local e das discussões a respeito principalmente da vida e personalidade deste ditador, sendo ele realmente fora do comum desde sua idade (que não é apresentada ao certo) até o número de filhos espalhados por vários países, e é claro sua incomum maneira de governar, pois, nunca precisou de seus ministros para nada, com exceção somente do Ministro da Saúde, que inclusive era seu médico pessoal, mas nunca o curou de seu problema nos testículos.

A história faz - se refletir a respeito da figura central que presidentes de jeitos autoritários adotam com relação a sua postura, sem deixarem transparecer pessoas com sentimentos normais. O personagem central a todo o momento tenta "esconder" este seu lado humanizado, só deixando ser realmente "normal" em duas situações: com relação a sua mãe e seu verdadeiro amor, a moça de nome Manuela Sanchez. Com uma série de dúvidas a respeito de si mesmo principalmente depois que passou anos no poder, sua principal preocupação era de como a nação se comportaria caso ele morresse. E ele resolveu usar o seu sósia Patrício Aragonés, para simular a sua morte. Ele observa poucas manifestações de carinho com sua morte. A população invade o seu palácio presidencial e comemora a liberdade de todos os cidadãos. Depois de todas as cenas observadas, ele resolve vingar – se.


Leia mais em: http://www.webartigos.com/artigos/resenha-do-livro-o-outono-do-patriarca/118066/#ixzz3K25oer3h






... quem está aí, perguntou estremecido pela certeza de que alguém o havia chamado no sonho por um nome que não era o seu, Nicanor, e outra vez Nicanor, alguém que tinha o poder de se meter em seu quarto sem tirar as aldravas, porque entrava e saía quando queria atravessando as paredes, e então viu, era a morte meu general, a sua, vestida com uma túnica esfarrapada de fibra de penitente, com a foice de cabo na mão e o crânio semeado de rebentos de algas sepulcrais e flores de terra na fissura dos ossos e os olhos arcaicos e atônitos nas órbitas descarnadas, e só quando a viu de corpo inteiro compreendeu que o chamasse de Nicanor Nicanor que é o nome com que a morte nos conhece a todos os homens no instante de morrer...


... havia sido quando menos o quis, quando ao fim de tantos e tantos anos de ilusões estéreis havia começado a vislumbrar que não se vive, que porra, sobrevive-se, aprende-se muito tarde que até as vidas mais longas e úteis não chegam para nada mais que para aprender a viver... (p. 259)






"… que se lhe havia perguntado por que você anda com essa merda, porra, por que quer morrer, e o forasteiro lhe havia respondido sem o menor vestígio de pudor que não há glória mas alta que morrer pela pátria, excelência, e ele lhe replicou sorrindo de pena que não seja bobo, rapaz, a pátria é estar vivo, disse-lhe, é isto, disse-lhe, e abriu o punho que tinha apoiado na mesa e mostrou-lhe na palma da mão esta bolinha de vidro que é algo que se tem ou não se tem, mas que só aquele que a tem a tem, rapaz, isto é a pátria, disse, enquanto o despedia com palmadinhas nas costas sem lhe dar nada, nem sequer o consolo de uma promessa, e ao ajudante de ordens que lhe fechou a porta ordenou que não voltassem a molestar a esse homem que acaba de sair, nem sequer percam tempo vigiando-o, disse, ele tem as pernas bambas, não serve. Nunca mais voltamos a ouvir dele frase igual àquela até depois do ciclone quando proclamou uma nova anistia para os presos políticos e autorizou a volta de todos os desterrados menos os homens de letras, naturalmente, esses nunca, disse, eles vivem com as pernas bambas como os maricas no tempo de muda, de modo que não servem para nada senão quando servem para alguma coisa, disse, são piores que os políticos, piores que os padres, imaginem, mas que venham os demais sem distinção…"



...havia completado 100 anos pelos tempos em que o cometa voltou a passar...

... en la sala en penumbra del remanso secreto de Manuela Sánchez bajo la vigilancia implacable de la madre que tricotaba sin respirar, pues era para ella que compraba las máquinas de ingenio que tanto entristecían a Bendición Alvarado, trataba de seducirla con el misterio de las agujas magnéticas, las tormentas de nieve del enero cautivo de los pisapapeles de cuarzo, los aparatos de astrónomos y boticarios, los pirógrafos, manómetros, metrónomos y giróscopos que él continuaba comprando a quien quisiera vendérselos contra el criterio de su madre, contra su propia avaricia de hierro, y sólo por la dicha de gozarlos con Manuela Sánchez, le ponía en el oído la caracola patriótica que no tenía dentro el resuello del mar sino las marchas militares que exaltaban su régimen, les acercaba la llama del fósforo a los termómetros para que veas subir y bajar el azogue opresivo de lo que pienso por dentro, contemplaba a Manuela Sánchez sin pedirle nada, sin expresarle sus intenciones, sino que la abrumaba en silencio con aquellos regalos dementes para tratar de decirle con ellos lo que él no era capaz de decir, pues sólo sabía manifestar sus anhelos más íntimos con los símbolos visibles de su poder descomunal como el día del cumpleaños de Manuela Sánchez en que le había pedido que abriera la ventana y ella la abrió y me quedé petrificada de pavor al ver lo que habían hecho de mi pobre barrio de las peleas de perro, vi las blancas casas de madera con ventanas de anjeo y terrazas de flores, los prados azules con surtidores de aguas giratorias, los pavorreales, el viento de insecticida glacial, una réplica infame de las antiguas residencias de los oficiales de ocupación que habían sido calcadas de noche y en silencio, habían degollado a los perros, habían sacado de sus casas a los antiguos habitantes que no tenían derecho a ser vecinos de una reina y los habían mandado a pudrirse en otro muladar, y así habían construido en muchas noches furtivas el nuevo barrio de Manuela Sánchez para que tú lo vieras desde tu ventana el día de tu onomástico, ahí lo tienes, reina, para que cumplas muchos años felices, para ver si estos alardes de poder conseguían ablandar tu conducta cortés pero invencible de no se acerque demasiado, excelencia, que ahí está mi mamá con las aldabas de mi honra, y él se ahogaba en sus anhelos, se comía la rabia, tomaba a sorbos lentos de abuelo el agua de guanábana fresca de piedad que ella le preparaba para darle de beber al sediento, soportaba la punzada del hielo en la sien para que no le descubrieran los desperfectos de la edad, para que no me quieras por lástima después de haber agotado todos los recursos para que lo quisiera por amor, lo dejaba tan sólo cuando estoy contigo que no me quedan ánimos ni para estar, agonizando por rozarla así fuera con el aliento antes de que el arcángel de tamaño humano volara dentro de la casa tocando la campana de mi hora mortal, y él se ganaba un último sorbo de la visita mientras guardaba los juguetes en los estuches originales para que no los haga polvo la carcoma del mar, sólo un minuto, reina, se levantaba desde ahora hasta mañana, toda una vida, qué vaina, apenas si le sobraba un instante para mirar por última vez a la doncella inasible que al paso del arcángel se había quedado inmóvil con la rosa muerta en el regazo mientras él se iba, se escabullía entre las primeras sombras tratando de ocultar una vergüenza de dominio público que todo el mundo comentaba en la calle, la propalaba una canción anónima que el país entero conocía menos él, hasta los loros cantaban en los patios apártense mujeres que ahí viene el general llorando verde con la mano en el pecho, mírenlo cómo va que ya no puede con su poder, que está gobernando dormido, que tiene una herida que no se le cierra, la aprendieron los loros cimarrones de tanto oírsela cantar a los loros cautivos, se la aprendieron las cotorras y los arrendajos y se la llevaron en bandadas hasta más allá de los confines de su desmesurado reino de pesadumbre, y en todos los cielos de la patria se oyó al atardecer aquella voz unánime de multitudes fugitivas que cantaban que ahí viene el general de mis amores echando caca por la boca y echando leyes por la popa, una canción sin término a la que todo el mundo hasta los loros le agregaban estrofas para burlar a los servicios de seguridad del estado que trataban de capturarla, las patrullas militares apertrechadas para la guerra rompían portillos en los patios y fusilaban a los loros subversivos en las estacas, les echaban puñados de pericos vivos a los perros, declararon el estado de sitio tratando de extirpar la canción enemiga para que nadie descubriera lo que todo el mundo sabía que era él quien se deslizaba como un prófugo del atardecer por las puertas de servicio de la casa presidencial, atravesaba las cocinas y desaparecía entre el humo de las bostas de las habitaciones privadas hasta mañana a las cuatro, reina, hasta todos los días a la misma hora en que llegaba a la casa de Manuela Sánchez cargado de tantos regalos insólitos que habían tenido que apoderarse de las casas vecinas y derribar paredes medianeras para tener donde ponerlos, así que la sala original quedó convertida en un galpón inmenso y sombrío donde había incontables relojes de todas las épocas, había toda clase de gramófonos desde los primitivos de cilindro hasta los de diafragma de espejo, había numerosas máquinas de coser de manivela, de pedal, de motor, dormitorios enteros de galvanómetros, boticas homeopáticas, cajas de música, aparatos de ilusiones ópticas, vitrinas de mariposas disecadas, herbarios asiáticos, laboratorios de fisioterapia y educación corporal, máquinas de astronomía, ortopedia y ciencias naturales, y todo un mundo de muñecas con mecanismos ocultos de virtudes humanas, habitaciones canceladas en las que nadie entraba ni siquiera para barrer porque las cosas se quedaban donde las habían puesto cuando las llevaron, nadie quería saber de ellas y Manuela Sánchez menos que nadie pues no quería saber nada de la vida desde el sábado negro en que me sucedió la desgracia de ser reina, aquella tarde se me acabó el mundo, sus antiguos pretendientes habían muerto uno después del otro fulminados por colapsos impunes y enfermedades inverosímiles, sus amigas desaparecían sin dejar rastros, se la habían llevado sin moverla de su casa para un barrio de extraños, estaba sola, vigilada en sus intenciones más ínfimas, cautiva de una trampa del destino en la que no tenía valor para decir que no ni tenía tampoco suficiente valor para decir que sí a un pretendiente abominable que la acechaba con un amor de asilo, que la contemplaba con una especie de estupor reverencial abanicándose con el sombrero blanco, ensopado en sudor, tan lejos de si mismo que ella se había preguntado si de veras la veía o si era sólo una visión de espanto, lo había visto titubeando a plena luz, lo había visto masticar las aguas de frutas, lo había visto cabecear de sueño en la poltrona de mimbre con el vaso en la mano cuando el zumbido de cobre de las chicharras hacía más densa la penumbra de la sala, lo había visto roncar, cuidado excelencia, le dijo, él despertaba sobresaltado murmurando que no, reina, no me había dormido, sólo había cerrado los ojos, decía, sin darse cuenta de que ella le había quitado el vaso de la mano para que no se le cayera mientras dormía, lo había entretenido con astucias sutiles hasta la tarde increíble en que él llegó a la casa ahogándose con la noticia de que hoy te traigo el regalo más grande del universo, un prodigio del cielo que va a pasar esta noche a las once cero seis para que tú lo veas, reina, sólo para que tú lo veas, y era el cometa. 



Latinista e general Lauraro Muñoz
com o coração fendido pelo amor perdido

Fue una de nuestras grandes fechas de desilusión, pues desde hacía tiempo se había divulgado una especie como tantas otras de que el horario de su vida no estaba sometido a las normas del tiempo humano sino a los ciclos del cometa, que él había sido concebido para verlo una vez pero no había de verlo la segunda a pesar de los augurios arrogantes de sus aduladores, así que habíamos esperado como quien esperaba la fecha de nacer la noche secular de noviembre en que se prepararon las músicas de gozo, las campanas de júbilo, los cohetes de fiesta que por primera vez en un siglo no estallaban para exaltar su gloria sino para esperar los once golpes de metal de las once que habían de señalar el término de sus años, para celebrar un acontecimiento providencial que él esperó en la azotea de la casa de Manuela Sánchez, sentado entre ella y su madre, respirando con fuerza para que no le conocieran los apuros del corazón bajo un cielo aterido de malos presagios, aspirando por primera vez el aliento nocturno de Manuela Sánchez, la intensidad de su intemperie, su aire libre, sintió en el horizonte los tambores de conjuro que salían al encuentro del desastre, escuchó lamentos lejanos, los rumores de limo volcánico de las muchedumbres que se prosternaban de terror ante una criatura ajena a su poder que había precedido y había de trascender los años de su edad, Sintió él peso del tiempo, padeció por un instante la desdicha de ser mortal, y entonces lo vio, ahí está, dijo, y ahí estaba, porque él lo conocía, lo había visto cuando pasó para el otro lado del universo, era el mismo, reina, más antiguo que el mundo, la doliente medusa de lumbre del tamaño del cielo que a cada palmo de su trayectoria regresaba un millón de años a su origen, oyeron el zumbido de flecos de papel de estaño, vieron su rostro atribulado, sus ojos anegados de lágrimas, el rastro de venenos helados de su cabellera desgreñada por los vientos del espacio que iba dejando en el mundo un reguero de polvo radiante de escombros siderales y amaneceres demorados por lunas de alquitrán y cenizas de cráteres de océanos anteriores a los orígenes del tiempo de la tierra, ahí lo tienes, reina, murmuró, míralo bien, que no volveremos a verlo hasta dentro de un siglo, y ella se persignó aterrada, más hermosa que nunca bajo el resplandor de fósforo del cometa y con la cabeza nevada por la llovizna tenue de escombros astrales y sedimentos celestes, y entonces fue cuando ocurrió, madre mía Bendición Alvarado, ocurrió que Manuela Sánchez había visto en el cielo el abismo de la eternidad y tratando de agarrarse de la vida tendió la mano en el vacío y el único asidero que encontró fue la mano indeseable con el anillo presidencial, su cálida y tersa mano de rapiña cocinada al rescoldo del fuego lento del poder. Fueron muy pocos quienes se conmovieron con el transcurso bíblico de la medusa de lumbre que espantó a los venados del cielo y fumigó a la patria con un rastro de polvo radiante de escombros siderales, pues aun los más incrédulos estábamos pendientes de aquella muerte descomunal que había de destruir los principios de la cristiandad e implantar los orígenes del tercer testamento, esperamos en vano hasta el amanecer, regresamos a casa más cansados de esperar que de no dormir por las calles de fin de fiesta donde las mujeres del alba barrían la basura celeste de los residuos del cometa, y ni siquiera entonces nos resignábamos a creer que fuera cierto que nada había pasado, sino al contrario, que habíamos sido víctimas de un nuevo engaño histórico, pues los órganos oficiales proclamaron el paso del cometa como una victoria del régimen contra las fuerzas del mal, se aprovechó la ocasión para desmentir las suposiciones de enfermedades raras con actos inequívocos de la vitalidad del hombre del poder, se renovaron las consignas, se hizo público un mensaje solemne en que él había expresado mi decisión única y soberana de que estaré en mi puesto al servicio de la patria cuando volviera a pasar el cometa, pero en cambio él oyó las músicas y los cohetes como si no fueran de su régimen, oyó sin conmoverse el clamor de la multitud concentrada en la Plaza de Armas con grandes letreros de gloria eterna al benemérito que ha de vivir
para contarlo, no le importaban los estorbos del gobierno, delegaba su autoridad en funcionarios menores atormentado por el recuerdo de la brasa de la mano de Manuela Sánchez en su mano, soñando con vivir de nuevo aquel instante feliz aunque se torciera el rumbo de la naturaleza y se estropeara el universo, deseándolo con tanta intensidad que terminó por suplicar a sus astrónomos que le inventaran un cometa de pirotecnia, un lucero fugaz, un dragón de candela, cualquier ingenio sideral que fuera lo bastante terrorífico para causarle un vértigo de eternidad a una mujer hermosa, pero lo único que pudieron encontrar en sus cálculos fue un eclipse total de sol para el miércoles de la semana próxima a las cuatro de la tarde mi general, y él aceptó, de acuerdo, y fue una noche tan verídica a pleno día que se encendieron las estrellas, se marchitaron las flores, las gallinas se recogieron y se sobrecogieron los animales de mejor instinto premonitorio, mientras él aspiraba el aliento crepuscular de Manuela Sánchez que se le iba volviendo nocturno a medida que la rosa languidecía en su mano por el engaño de las sombras, ahí lo tienes, reina, le dijo, es tu eclipse, pero Manuela Sánchez no contestó, no le tocó la mano, no respiraba, parecía tan irreal que él no pudo soportar el anhelo y extendió la mano en la oscuridad para tocar su mano, pero no la encontró, la buscó con la yema de los dedos en el sitio donde había estado su olor, pero tampoco la encontró, siguió buscándola con las dos manos por la casa enorme, braceando con los ojos abiertos de sonámbulo en las tinieblas, preguntándose dolorido dónde estarás Manuela Sánchez de mi desventura que te busco y no te encuentro en la noche desventurada de tu eclipse...





A Primavera chegou e está próximo nosso 3º Encontro do CLIc-Rio, com debate sobre a obra de Gabo,  "O outono do Patriarca".

Literatura, gastronomia, caminhada...  o resto a gente inventa.



Ponto de Encontro: Café "La Bicyclette" - Jardim Botânico

Data: 29/11/2014 - Sábado

Hora: 12:00 h

Programe-se




... descobriu no transcurso de seus anos incontáveis que a mentira é mais cômoda que a dúvida, mais útil que o amor, mais perdurável que a verdade, havia chegado sem espanto à ficção de ignomínia de mandar sem poder, de ser exultado sem glória e de ser obedecido sem autoridade quando se convenceu no rastro de folhas amarelas do seu outono... que estava condenado a não conhecer a vida senão pelo revés, condenado a decifrar as costuras e a corrigir os fios da trama e os nós da urdidura do gobelino de ilusões da realidade sem suspeitar nem mesmo muito tarde que a única vida visível era a de mostrar, a que nós víamos deste lado... de pobres onde estava o rastro de folhas amarelas dos nossos incontáveis anos de infortúnio e nossos instantes inatingíveis de felicidade... nunca soubemos... se foi apenas uma mentira da imaginação, um tirano de mentira que nunca soube onde estava o avesso e onde estava o direito desta vida que amávamos com uma paixão insaciável que o senhor não se atreveu sequer a imaginar por medo de saber o que nós sabíamos de sobra que era árdua e efêmera mas que não havia outra... (p. 259-260)






13 comentários:

  1. Bom ver essas fotos e sentir daqui o arzinho do Jardim...Parabéns aos leitores! Adorei a livro do próximo encontro , nesse mesmo Jardim Botânico.

    ResponderExcluir
  2. Fiquei sem poder compartilhar o encontro na Catedral e nessa catedral que é esse espaço maravilhoso,onde a natureza nos acolhe,nos transmite calma e vida.
    Mas encontrar o patriarca no outono, que aqui sera primavera,sera imperdivel!
    E viva esse nosso Clube!.. Ceci

    ResponderExcluir
  3. Quer devanear? Leia "O outono do patriarca". Um delírio total!

    ResponderExcluir
  4. Evandro, que mais vc pode me dizer sobre o "Outono"? Não sou muito fã do GGM, preciso de um estímulo para entrar nessa.

    ResponderExcluir
  5. Este texto é um delírio total! Esqueça a razão. Só os que têm senso poético dão conta de tamanho devaneio do Gabriel García Marquez neste Texto, assim mesmo, com T maiúsculo.

    ResponderExcluir
  6. É de perder o fôlego! A narrativa é frenética, quase não tem ponto. Às vezes até gostaria de ler mais um pouco, mas se encontro um ponto, dou uma paradinha pra descansar.

    ResponderExcluir
  7. Olá Cliceanos que irão na Reunião do CLIc-Rio no Jardim Botânico em Novembro, terminei a leitura de "O Outono do Patriarca" do Gabriel García Márquez mas vou precisar da ajuda de vocês no dia porque parece que saí de uma viagem com Ayahuasca e estou flutuando feito folha seca de outono. Ainda bem que amarrei meus pés no chão durante toda a leitura porque senão não sei se teria volta. Alguém mais terminou a leitura?

    ResponderExcluir
    Respostas
    1. Evandro, terminei o capítulo 2 do 'O outono do patriarca' e estou adorando. A narrativa é frenética, me sinto como que suspensa, em compasso de espera, aguardando algo trágico, dramático ou surreal. E haja fôlego! Este é o tipo de livro impossível de se ler para alguém.

      Excluir
    2. Então você está mudando tua opinião sobre o GGM?

      Excluir
    3. Acho que sim, Evandro, ainda estou antes da metade do livro, mas tudo caminha neste sentido. Esse GGM do Patriarca é muito bom demais e eu não tenho compromisso com o erro, rsrsrs.

      Excluir
  8. Evandro, acabei de ler O Outono do patriarca. Adorei o livro, tão inteligente e instigante, com estilo marcante e preciosa caracterização dos personagens. A gente tem que prestar atenção, gosto disso, me prende. Que figuraça o patriarca hein? Quem mais está lendo? Vale muito à pena. Podíamos combinar um almoço no Jardim Botânico no dia, ou um piquenique, algo diferente.

    ResponderExcluir
  9. Está combinado, então, Rita! Almoço, piquenique ou convescote, estaremos lá! Também adorei o livro, em perspectiva, por que enquanto lia, fiquei meio no ar. Estranhei, mas o final é arrebatador.

    ResponderExcluir
  10. Observo que algumas pessoas irão pela primeira vez em um de nossos Encontros no Rio. A senha de identificação para que os novos nos reconheçam é algum livro que os cliceanos sempre carregam aonde vão. Eu, por exemplo, estarei com uma bolsa de livros, da cor verde, onde levarei livros da Estante do Concierge, de autores do Clube de Leitura, a saber: Rita De Cassia Magnago ( Porque a vida pulsa, Travessia do Verso), Cristiana Seixas (Vivências em Biblioterapia, Mosaico Vivo), Ines Menezes (Des caminhos), Daniel Chutorianscy (Destino estrangeiro, Atlânticos e Pacíficos, A um prazo da dor), Maria Tereza Penna (Cem culpas), Flávio Ricardo Vassoler (Tiro de Misericórdia), William Lial (O mundo de vidro), Dilia Gouveia (Movidos pelo desejo), Cyana Leahy (Perplexidades e Similitudes, [re]confesso poesia), Mike Sullivan (Amor em tempos de solidão), Luzia Infante Velloso (Casos), Dalcídio Jurandir em memória de José Roberto Freire Pereira (Belém do Grão-Pará, Chove nos campos de Cachoeira), Cícero Lapa (Sob o signo do Equador), Gracinda Rosa (Pequenos Amores, Cabine individual, Olhando para trás, Fui professora), Carlos Rosa Moreira (A montanha o mar a cidade, Amanhã de manhã em frente ao cinema em Icaraí, Brisas marolas e rajadas de vento sul, Da janela do trem, Histórias da noite, A água estava clara), Winter Bastos (Malandragem revolta e anarquia) sem contar os cerca de 30 autores do livro do Clube de Leitura Icaraí - 15 anos entre livros. Como podem notar, será fácil me identificar pela minha bagagem literária!

    ResponderExcluir

Prezado leitor, em função da publicação de spams no campo comentários, fomos obrigados a moderá-los. Seu comentário estará visível assim que pudermos lê-lo. Agradecemos a compreensão.